Es un valor muy importante, inherente a cada persona, sin embargo, debe comenzar consigo misma como lo plantea en el ensayo “La Educación y los Valores” de María Patricia López con preguntas como “¿soy leal?, ¿soy confiable?”, y que cada uno debiera preguntarse ¿soy honesto? Para tener una valoración a nivel de cómo está nuestra sociedad, debemos primero detenernos y cuestionarnos cómo está este valor intrínseco en nuestra persona como individuo. Es difícil clarificar hasta qué punto una persona es honesta o no, o qué tan claro tiene esa persona su percepción de honestidad para consigo misma y que se muestre ante la sociedad. Aún así, se debe inculcar este valor, porque mientras más honesta sea una sociedad y acepte la misma como valor qué es tendería a mejorar. Sin embargo, a veces se castiga la honestidad aprovechándose de ella para otros fines ya sean laborales, políticos, o de ayuda social. Esto se debe contrarrestar ejerciéndola y obligando a la vez a la sociedad en general...
Este es un valor que podría decirse que se transforma con la época, no es inherente al ser humano sino a la sociedad que lo rodea. La presunción de inocencia es característica en nuestra sociedad costarricense basada en el derecho romano la cual establece que toda persona es inocente hasta que su culpabilidad sea comprobada por un tribunal de justicia. En nuestro caso está basada en las leyes, las cuales varían con el tiempo. Sin embargo, existe la percepción que es un elemento propio de cada observador, y a la vez cada observador tiene diferente percepción. La justicia no escapa de las valoraciones con que se perciba o señale si es justo o no una situación dada. La justicia busca la equidad de los derechos de todas las personas y por lo tanto la misma igualdad ante la ley. Ahora bien, podría decirse que una ley puede ser injusta porque vela por intereses económicos o de posición social o policía y que su aplicabilidad genera injusticia. Pero no por ello se debe obviar el proceso...